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Cardos

Imaxe
Existen algunas palabras en diferentes lenguas que están conectadas. No se si es por los clichés del internet vacío escrito por modelos de lenguaje generativa. Siento que están muy manoseadas, que su significado se ha ido limando que van perdiendo su potencia. En galego decimos morriña, en portugués saudade. Las solemos usar para decir que echamos de menos el lugar de donde somos, que echamos de menos el hogar. Expresan ese sentimiento de pertenencia a un lugar y la tristeza de estar alejadas de allí. Para mi es natural ese sentimiento, puedo echar de menos algunos paisajes, echo de menos el oleaje de según que costa, el viento de según que sitio. Echo de menos colores, olores, épocas del año concretas. El frío de los días soleados de invierno paseando por el monte o al lado del río. Esto es lo que creo que es la morriña para mi, supongo que habrá mil maneras de llamarlo. Hay otro sentimiento que tengo que es similar y no encuentro nombre que darle. Me pasa algo parecido, pero con siti...

Recuerdos

Recuerdo con 4 años, en 2º de infantil, estar coloreando, sentada con mi compañera Cris en clase. De algún modo decidimos que el color rosa no nos gustaba, que era de niñas y que no lo íbamos a usar en aquel dibujo. Recuerdo hacernos la promesa de nunca, nunca usar ese color. Lo recuerdo muy vívidamente porque, ahora me doy cuenta de esto, aquel es el primer recuerdo que tengo de reprimirme en mi expresión. No se si me gustaba el rosa pero estoy segura de que reprimí que me gustase, lo bloqueé, era lo que se esperaba de mi.  Recuerdo reprimir que me gustara el rosa, pero también recuerdo cual fue mi válvula de salida. Mi madre encontró hace poco mis cuadernos del cole, de toda la primaria. Hay dictados, sumas, pequeñas redacciones pero sobre todo hay dibujos. Y siempre domina un color, el violeta. Recuerdo a la perfección mi razonamiento. Mi color favorito puede ser el violeta porque ya que el rosa es de chicas, puedo elegir este que está al lado y también me gusta, además me gusta...

Soy Carmen

Yo nunca fui un chico con pluma ni afeminado, ni me llamaban maricón, siempre fui bueno en deportes e incluso con cierto éxito con las chicas. (eso quería pensar entonces) Nunca me he sentido mal con todo esto pero tampoco me ha gustado nunca encajar en el rol y la etiqueta de hombre heterosexual. Nunca me he imaginado como un hombre adulto. Recurrentemente en mi vida he pensado en querer ser una chica, desde niño es un pensamiento que siempre iba volviendo a mi. No se decir el porqué, pero como si quisiera experimentar la vida desde ese otro punto de vista. Nunca me he sentido del todo a gusto con mi cuerpo ni en momentos de estar en forma y delgado. Desde siempre recuerdo odiar mi barriga. El vello de mi cuerpo me incomoda bastante, sobre todo cuando descubro alguna parte en la que aparece pelo que antes no estaba. Odio tener que ocuparme del vello, odio afeitarme, odio tener pelo por todos lados y odio el trabajo que da quitarlo. Sufro al hacerlo pero siento que tengo que hacerlo. N...

Legible y real

Sí. la autenticidad, la verdad, la honestidad, la simpleza, la lectura sencilla de las cosas, la legibilidad... Son temas que me atraviesan y que me importan, en arquitectura me interesan los edificios sinceros que se expresan materialmente y constructivamente, que se explican a si mismos desde la estructura al acabado. Esa legibilidad en la arquitectura es una cualidad que valoro mucho y me gusta.  En otras artes valoro la honestidad, la veracidad, si percibo algún tipo de impostura ya no me gusta esa obra. Por eso, volviendo a lo identitario, ser auténtica y fiel a mi misma es mi mayor objetivo, (creo que no estoy ni cerca) no serlo me hace sentir mal, una especie de fracaso. Esa es mi búsqueda, ser yo misma y serlo lo mejor posible. Como la buena arquitectura, o lo que a mi me parece buena arquitectura, poder con mi expresión hacia el exterior explicar como soy y como estoy construida. 

Un poema

Tristeza perenne dolor hasta en las raíces futuro sublime, inalcanzable. Soy la certeza intocable. Alejada de vivirme, encerrada en un cuerpo, que no vive. Imágenes en blanco y negro, clavadas como cuchillas. Desvanecido mi ego, desaparecido mi brillo, recuerdos a la orilla de un paseo de frío. Recuerdos de quien he sido, pero no veo en quien me convierto, sólo, puñaladas en el viento. Pensamiento en círculos en el laberinto hablando con máquinas miro el precipicio entiéndeme, bonita, estás sola ahí dentro sigue a tu estrella conviértete en el viento acuchíllales tú muestrales lo que no vieron. soy la flor del cardo soy el dolor de la vida soy quien duerme por no llorar soy la que aún no existe soy la tristeza que persiste.

El eyeliner afilao

 Estoy escuchando el primer disco de Rosalía porque tengo miedo de que el nuevo vaya a ser una movida ultracatólica y no pueda disfrutarlo por no conectar con los temas. Así que me he dicho, pues escucha de nuevo los antiguos y así redescubro lo que tenía que decir la Rosalía antes de ser una motomami. Escuchando Los Ángeles, me ha dado ganas de escribir y he pensado en la poesía. En el flamenco como es un canto melismático alargando sílabas, y esto es personal, me cuesta seguir el la letra de las canciones pero por otro lado lo encuentro poético, transmite las emociones de manera muy potente. Desde que se lo que es la poesía he querido ser poeta. Me obsesiono con imágenes, con frases, con emociones... y juntar todo en poemas me parece una expresión artística preciosa. Llevo tiempo obsesionada con una frase: "Tenía el eyeliner tan afilao que se me clavó en el cora." Creo que no se la he copiao a nadie. Creo que es una imagen potente, habla de miradas, de expresiones, de inten...

Una vez más ese sentimiento

 Tengo la sensación de estar triste todo el tiempo, de estar envidiando a otras chicas todo el tiempo. Tengo la sensación de que nunca consigo ser yo misma, de que por más que avance, la meta sigue estando igual de lejos, de que nada es suficiente. Sí valoro ciertos momentos, pero luego vuelve el peso de la vida. Tengo unos objetivos que quiero cumplir, pero no consigo imaginarme cumpliéndolos. Creo que esa melancolía siempre ha estado conmigo. Siempre me he preguntado cómo es ser normal. Siempre he visto al resto como en una normalidad feliz que yo no podía alcanzar, que no era para mí. Soy una extraña que desea ser otra pero que no consigue cambiar nada de sí misma. Me alegra ser capaz de describir algunos sentimientos, pero por más que los entiendo, no cambian. Sigo volviendo a la tristeza, a la falta de futuro, a la incomprensión. Tengo una espina clavada en el pecho.